Las renovables, el almacenamiento en baterías y el hidrógeno seguirán creciendo en 2023
Semana 15: “Un Otoño-Invierno Con Energía Positiva”
Un grupo de expertos de ING ha realizado una serie de previsiones sobre el mercado energético para 2023. Una de estas previsiones estudia la evolución de las renovables, el almacenamiento en baterías y la infraestructura del hidrógeno y de la captura y almacenamiento de carbono. De acuerdo con estas previsiones, todas estas tecnologías seguirán creciendo en 2023. Las interrupciones de la cadena de suministro y los altos tipos de interés, persistirán, pero las políticas de apoyo y los objetivos climáticos de las empresas permitirán un crecimiento de la capacidad.
Crecimiento plano de solar y eólica
Solar y eólica se beneficiarán de los altos precios de la energía, en particular en Europa. También ayudará el aumento de la demanda por parte de gobiernos, empresas y hogares en sus esfuerzos por ser menos dependientes de los altos precios del gas y de la energía propios de los sistemas energéticos impulsados por combustibles fósiles. Estados Unidos se ve menos afectado por la crisis energética, pero un mercado energético más volátil desencadenará una mayor acumulación de renovables. La Ley de Reducción de la Inflación dará un gran impulso al desarrollo renovable, pero es probable que el efecto se produzca después de 2023.
Además, tanto eólica como la solar continuarán luchando con interrupciones en la cadena de suministro y con los altos costes de algunos insumos como el acero, las tierras raras y, en algunos mercados, la mano de obra. Los costes de financiación también han aumentado debido a los tipos de interés más altos. Lo mismo ocurre con los costes de la logística que, si bien han bajado mucho recientemente, podrían volver a subir fácilmente dada la tensa situación geopolítica.
El entorno económico también es incierto y los riesgos políticos han aumentado a medida que los gobiernos imponen precios máximos con o sin “beneficios caídos del cielo”.
Con estas condiciones, los expertos de ING no esperan un crecimiento fuerte de las capacidades eólica y solar, como sí ha experimentado el mercado renovable en años anteriores, especialmente en Europa. En conjunto, prevén que tanto en Europa como en EE.UU. se añadan capacidades similares a las de 2022. La capacidad solar podría crecer, fundamentalmente por el impulso del autoconsumo. El crecimiento de la eólica es algo menor ya que no se espera que los gobiernos aceleran significativamente los procedimientos de autorización, a pesar de las buenas intenciones. También lleva tiempo que los participantes del mercado se ajusten a la nueva normalidad de los mercados energéticos con precios altos y volátiles y topados, particularmente en Europa.
Finalmente, la congestión de la red se está convirtiendo cada vez más en una barrera ya que no se pueden ampliar y reforzar las redes de la noche a la mañana. De hecho, en muchas regiones, las limitaciones de la red son la principal barrera para el crecimiento renovable.
En total, los expertos de ING prevén que en 2023 se añadan 58 GW eólicos y solares en Europa y 32 GW en EE. UU. representando una inversión aproximada de 70.000 M€ en Europa y de 37.000 M€ (35.000 M$) en EE. UU.
La captura y almacenamiento de carbono crecerá significativamente después de 2023
Las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés) seguirán cobrando impulso en 2023 a medida que más empresas de sectores difíciles de abatir se comprometen con la descarbonización y que aumenta el apoyo gubernamental.
Entre enero y mediados de septiembre del año pasado, se anunciaron 61 nuevos proyectos CCS en todo el mundo. La capacidad comercial de CCS que está operativa o en desarrollo a nivel global crecerá un 44% este año llegando 244 Mtpa. Sin embargo, de los proyectos en desarrollo, solo tres, dos en China y uno en Australia, comenzarán a operar en 2023, lo que elevará la capacidad total en operación en 2,3 Mtpa para llegar a 44,9 Mtpa. El período de mayor crecimiento llegará en 2025 cuando se prevé la finalización de más proyectos para triplicar la capacidad actual.
Detrás de estas previsiones de crecimiento destacan varias tendencias. La primera es el mayor apoyo político. En EE.UU., la Ley de Reducción de la Inflación está aumentando los créditos fiscales de la Sección 45Q de 50 a 85 $ por tonelada de CO2 capturado y almacenado, y el valor ha aumentado a 180 $/t para la captura directa de aire, una tecnología más cara que está ganando mucha popularidad, que elimina directamente el CO2 de la atmósfera. Además, la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo invertirá 11.000 M$ en demostradores y redes de CCS. Juntas, estas políticas impulsarán los ingresos de los proyectos, incentivarán el avance tecnológico, mejorarán la infraestructura relacionada y consolidarán la posición de liderazgo de EE.UU. en esta tecnología.
En Europa, se han habilitado fondos para facilitar el desarrollo de tecnologías CCS. El Fondo de Innovación de la UE, que se creó en 2020 para ayudar a alcanzar los objetivos climáticos del bloque, ha apoyado más proyectos CCS este año. El Esquema de Subsidios para la Transición Energética Sostenible (SDE++) de Países Bajos, parte del cual se dedica a financiar proyectos CCS, se ha incrementado de 5.000 a 13.000 M€. En Reino Unido, el gobierno ha establecido el Programa de Innovación CCUS para avanzar en la investigación relacionada y el Fondo de Infraestructura CCS para desarrollar redes CCS.
También vamos a ver que las tecnologías CCS se aplican a más sectores. Tradicionalmente, esta tecnología se utiliza principalmente en el procesamiento de gas natural, donde se captura el CO2 separado del gas natural purificado. Pero bajo la urgencia de la descarbonización, se está extendiendo a otros sectores como el hidrógeno, la energía, el cemento, el hierro y el acero. Esta tendencia continuará entre los proyectos que se anunciarán en 2023, lo que eventualmente conducirá a una combinación más diversa de aplicaciones CCS para 2030.
Paralelamente, habrá más proyectos que puedan almacenar y capturar CO2 de forma permanente, en lugar de usar CO2 únicamente para procesos como la recuperación mejorada de petróleo. Esto conducirá a una mayor reducción de emisiones.
2023 también verá una mayor materialización de centros CCS a nivel mundial. Se han propuesto más de 40 Mtpa de capacidad de captura en diferentes centros en la UE y Reino Unido, principalmente cerca del Mar del Norte. En EE. UU., se planean 90 Mtpa, la mayoría de las cuales se concentran en Texas y el Medio Oeste. Más centros de CCS tendrán el efecto indirecto de mejorar los conocimientos tecnológicos, aumentarán la capacidad de compartir infraestructuras como tuberías y almacenamiento (y, por tanto, reducirán los costes) y aumentarán las posibilidades de que los proyectos reciban colectivamente fondos gubernamentales.
Las políticas de apoyo desencadenan la inversión en infraestructura de hidrógeno
Un número creciente de empresas líderes están repensando sus estrategias climáticas y apuntan a convertirse en emisores cero neto para 2050, según Science Based Target Initiative. Para estas empresas, el hidrógeno es una herramienta para hacer que su negocio sea radicalmente más ecológico y reducir las emisiones futuras, especialmente en la fabricación, el transporte marítimo y la aviación. Esta tendencia continuará en 2023.
La crisis energética también pone el hidrógeno en la agenda a corto plazo, ya que brinda a los políticos y líderes corporativos una idea de cómo puede ser un futuro con menor dependencia de los combustibles fósiles. Eso es cierto particularmente en Europa, ya que el continente está comprometido a dejar de usar gas ruso. Pero la crisis energética ha empeorado el caso comercial del hidrógeno, por lo que la economía de esta transición está lejos de ser fácil.
El hidrógeno aún está en su infancia, y la mayoría de los proyectos se encuentran en fase de desarrollo. Europa tiene más proyectos de electrolizadores y de mayor tamaño +100 MWe en desarrollo para impulsar la producción de hidrógeno verde. Tanto en Europa como en EE.UU., los electrolizadores funcionan con energía solar, eólica terrestre y marina, y con energía de la red. EE.UU. también está desarrollando proyectos que funcionan con energía nuclear. Ambos continentes también tienen en desarrollo esquemas de hidrógeno azul. Sin embargo, Países Bajos se enfrenta a un revés importante ahora que el proceso de autorización de su proyecto Porthos CCS se ha retrasado debido a la legislación sobre las emisiones de nitrógeno durante la fase de construcción.
Se espera que aumente el volumen de inversión en infraestructura del hidrógeno, lo que es un requisito previo para el desarrollo de la economía del hidrógeno. Por ejemplo, EE.UU. y Países Bajos tienen como objetivo construir centros de hidrógeno que puedan facilitar los flujos comerciales de hidrógeno. Esa sería una gran diferencia con respecto a la situación actual en la que el hidrógeno a menudo se produce y consume dentro del mismo sitio industrial.
Baterías: el rápido aumento de la demanda exige más suministro
Una transición energética sostenida requiere que se construyan más baterías. En 2023, la demanda de baterías crecerá con fuerza.
En el sector eléctrico, las baterías son esenciales para mejorar la flexibilidad de la red, ya que pueden almacenar electricidad renovable y prestar servicio en las horas de mayor demanda, especialmente en mercados con alta penetración renovable. La AIE proyecta que la capacidad instalada a nivel global crezca entre diez y dieciséis veces para 2030. Si ese es el caso, los expertos de ING esperan que el almacenamiento en baterías crezca hasta 48 GW en 2023.
La UE tiene como objetivo aumentar la capacidad de generación renovable a 1.236 GW para 2030 a fin de reducir la dependencia del gas ruso. Aunque esto no incluye el almacenamiento, el objetivo generará un tremendo potencial de crecimiento para el almacenamiento en baterías en la región. En EE.UU., la Ley de Reducción de la Inflación permite que las baterías conectadas a red (no ligadas a proyectos renovables) califiquen para obtener créditos fiscales a la inversión; previamente las baterías debían combinarse con renovables para poder calificar.
En el sector del transporte, el renovado apoyo político en los principales mercados y las ambiciones climáticas de los fabricantes de automóviles apuntan a una mayor demanda de vehículos eléctricos y, por tanto, de baterías para alimentarlos. La demanda global de baterías para vehículos eléctricos se duplicó entre 2020 y 2021 a aproximadamente 0,3 TWh/año, y se espera que este número aumente a 0,6 TWh/año en 2023.
Sin embargo, los precios de los metales, especialmente del litio, están frenando la producción más rápida de baterías para vehículos eléctricos para satisfacer la creciente demanda. Un factor que impulsa el aumento de los precios de los metales son los riesgos de la cadena de suministro. Justo cuando la producción de metales raros comenzó a acelerarse nuevamente después de la pandemia, la invasión rusa de Ucrania ha provocado limitaciones en el suministro de níquel de Clase 1 (alta pureza), donde Rusia representa un poco menos del 20% de la producción mundial. Otro factor es la falta de inversión estructural en metales en los años previos a la pandemia como resultado de los bajos precios de los metales por aquel entonces. En 2023, se espera que los precios de los metales se mantengan elevados, a pesar de cierto alivio de sus niveles más altos, debido a la guerra en curso y al entorno económico incierto en China, que domina la producción mundial de baterías para vehículos eléctricos.
Los precios constantemente altos de los metales podrían incitar a los fabricantes de baterías y automóviles a cambiar a baterías que utilicen menos materiales metálicos, como las baterías químicas de cátodo de fosfato de hierro y litio (LFP), ya que no necesitan níquel o cobalto como insumo. La producción global de baterías LFP para vehículos eléctricos se ha más que duplicado desde 2020, en gran parte impulsada por los avances tecnológicos en China, y se espera que esta tendencia siga creciendo en 2023. Algunas empresas también están considerando desarrollar baterías de iones de sodio, pero la producción de este tipo de baterías no estará disponible comercialmente a corto plazo. Las empresas fuera de China también están trabajando para formar nuevas cadenas de suministro para reducir la dependencia de este país, pero no habrá ningún cambio sustancial en 2023.